El nombre de Andina by Angélica rinde homenaje a la rica herencia de la región andina de los Andes Colombianos, fusionando la elegancia contemporánea, con la esencia cultural de este pintoresco entorno lleno de paisajes mágicos

Muy adentro en la montaña, cerquita de los misterios del bosque, se encuentra la magia de las flores, la vegetación y todos sus majestuosos acompañantes. Traviesos algunos, otros quienes prefieren detener los minutos para vivir cada segundo sin mayor prisa.

Foto l Luis III

Afortunados todos aquellos quienes los pueden ver y más aún, contar con su honorable presencia en el planeta tierra. 
En esta ocasión como en muchas otras, mi alma viajó a la montaña colombiana. Ahí, en la región Andina. La misma que inspiró el nombre de Andina by Angélica y que se encuentra justo en el corazón del país. Exotica cordillera de una diversidad inmensa que estos pocos versos no podrían describir pero que para que se hagan una idea, atraviesa toda Sur America para crear un lugar sin precedentes.

Foto l Luis III

En la vastedad de América del Sur, la majestuosa cordillera de los Andes se alza como una sinfonía de picos cubiertos de nieve y valles profundos. Sus cumbres besan el cielo, mientras que sus laderas ondulantes se visten con mantos verdes de exuberante vegetación. Los Andes colombianos, testigos de la danza eterna entre el sol y las sombras, susurran historias de antiguas civilizaciones y secretos guardados por las alturas. En cada rincón, la naturaleza despliega su esplendor, desde los páramos misteriosos hasta los bosques que se aferran a las laderas escarpadas. Los glaciares resplandecen como joyas congeladas en la corona de la montaña, reflejando la luz del día con destellos plateados. Ríos tumultuosos descienden con furia, esculpiendo cañones profundos y valles serenos, mientras que la flora y fauna se entrelazan en un baile armonioso de vida y resistencia. 

Fotos l Luis III

Los Andes colombianos, como una sinfonía de alturas y colores, pintan un lienzo natural que alude la grandeza de la tierra y la humildad del hombre ante la inmensidad de la creación.

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